Este síndrome conlleva a una discapacidad intelectual asociada a numerosos síntomas que cambian con la edad del paciente: trastornos de sueño y de conducta, retraso en la maduración sexual, alteración en la regulación de la temperatura corporal, escoliosis... El número y la frecuencia de los síntomas varía mucho de una persona a otra.

Al nacer, los niños que lo padecen ya tienen dificultad para alimentarse porque su bajo tono muscular les dificulta la succión. Algunos incluso deben nutrirse mediante sondas nasogástricas. A medida que crecen, los niños con este síndrome empiezan a presentar una ansiedad intensa por la comida, llegando al extremo de hacer casi cualquier cosa por obtenerla, lo cual puede producir un aumento de peso incontrolable y obesidad mórbida. Normalmente presentan un cociente intelectual más bajo, por lo cual necesitará una educación adecuada a su nivel de CI.
Por todo esto, el SPW es denominado la enfermedad de los mil síntomas.
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